Historia De La Petanca



Historia de la petanca

Época romana y griega


Se han encontrado bolas de piedra que datan de muchos milenios antes de Jesucristo, pero no se sabe muy bien si se tiraban pacíficamente a los pies de un adversario o belicosamente a la cabeza de un enemigo. Los antiguos griegos y los romanos ya jugaban a un juego parecido a la petanca. Encontramos, en efecto, en el siglo VI antes de Cristo, griegos que juegan con cantos, que después cambian por piedras de río planas y que no tardaron en reemplazar por piedras redondeadas, más adaptadas al juego. Parece ser que fueron los primeros, con estas piedras redondas que llamaban “esferísticas”, que codificaron el deporte de tirar las bolas. Un gran médico de la época, Galeno, ya elogiaba este deporte para la salud.Posteriormente los romanos utilizaron unas bolas de madera rodeadas de hierro para darles peso. Mientras que los griegos alababan la fuerza, con bolas de tamaño diferente que se enviaban lo más lejos posible, los romanos profirieron la habilidad, con la idea de un objetivo al que había que aproximarse. Son, en cierto modo, los inventores del "boliche".


Época bárbara y Edad Media

Los marinos lo exportaron a la Galia y lo desarrollaron en todo el valle del Ródano. Era costumbre, en la época, reproducir escenas de la vida de un difunto sobre su sepultura. Así, un sarcófago de la colección Campana, en Florencia, en una de sus caras, tiene esculpidos adolescentes jugando a las bolas. El parecido con las actitudes modernas es sorprendente. Incluso hay representado un jugador, rodilla en tierra midiendo un punto.
Las bolas de piedra, poco a poco, fueron reemplazadas por bolas de madera, que se han
claveteado durante mucho tiempo para hacerlas más pesadas, los clavos usados eran de

bronce, cobre ó ambos, y debido a su color se llegaron a crear verdaderas obras de arte.
En la sombra, durante las invasiones bárbaras, las bolas entran en el lenguaje corriente
despertando en la Edad Media. Erasmo llamaba 'globurum' su práctica y 'monomaquia' el
enfrentamiento a dos (uno contra uno). En aquella época, los jugadores son llamados los
"bouleurs" (jugadores de bolas). Menos letrados, los adeptos populares, se contentaban con jugar a las bolas en una ¨bolera' o un 'boliche". ¡Pero con entusiasmo! Un autor inglés, D. Bryant, señala que la pasión penetra en Alemania, donde incluso por un momento toma una significación religiosa, e Inglaterra, y es tal el éxito que tiene que Enrique III se ve obligado a prohibir la práctica apasionaba a sus arqueros, que destinaban más tiempo a su practica que al ejercicio del tiro al arco. En el siglo XIV, los reyes Carlos IV y Carlos V prohíben el juego por ordenanza y decreto, y se tendrá que esperar al siglo XVII y a Enrique de Turenne para que estas prohibiciones, no siempre respetadas, se levanten definitivamente. Sin embargo, al principio del Siglo XVI, los jugadores de bolas fueron agraciados ante los ojos del papa Julio II. Que deseoso de hacer la Santa Sede la primera potencia italiana, moviliza los mejores “bouleurs” de su estado. Reagrupados en una compañía temible de lanzadores de piedras, se hacen famosos contra los franceses, los venecianos y españoles.
Las bolas de vuelta de Italia
Con las guerras franco--italianas, el juego de bolos vuelve a Francia. Rabelais mismo dice:
" No hay en absoluto reumatismo y otros dolores o enfermedades semejantes que no se
pueda prevenir por este juego: es bueno para toda edad, desde la más tierna infancia
hasta la vejez ".
Con el transcurso de los años, el juego de bolas se precisa. Se diferencia de los juegos de inspiración análoga, que conducirán a los bolos, al 'palet' bretón, el 'bowling' o a la petanca sobre hielo: el 'curling'. Su afición inspira a escritores i artistas. Furetiére, de la Academia francesa, escribe un poema con el título 'Juego de bolas de procuradores'. Meissonnier pinta dos cuadros que representan a jugadores. Balzac describe en la comedia humana una partida de bolas en París, donde habla del 'boliche' y de la medición de un punto con el bastón de un espectador.
En 1629, nueva interrupción: frente a la competencia de las bolas, los fabricantes de “palmas” (antepasado del tenis) conspiran y obtienen la prohibición del juego de bolos.

Una prohibición ordenada de bien poco efecto: continuan jugando a las bochas, al amparo
de las miradas, en particular en los monasterios. ¡ Son por otra parte los monjes qué construyen a los primeros boulodromes cubierto! Finalmente, la prohibición es levantada algunos años más tarde. En el siglo XVII, los ingleses practican el juego sobre céspedes especiales, llamados 'bowling greens', término que en Francia se ha convertido en los 'bouligrins'.


Las bolas se enorgullecen de haber sido siempre un enfrentamiento pacífico. Se cita, sin
embargo, en 1792, una partida que acabó con un resultado impresionante: 38 muertos y 200 heridos. De hecho, la hecatombe no se debió a una discusión al final de la partida. Los jugadores competían cerca de una convento que albergaba un depósito de municiones y utilizando balas de cañón cuyas chispas prendieron fuego en los barriles de pólvora.
A finales del siglo XIX y a principios del XX, el 'juego provenzal' se practica en todo el Midi,
en las plazas de los pueblos, a la sobra de los plátanos. los jugadores acostumbran a
tomar carrerilla para tiras sus bolas con impulso.

Nacimiento de la petanca

Es en 1907 cuando nace el juego sin carrera, el verdadero “pétanque” (petanca). Su
nombre viene del provenzal “PiedsTanquees”, es decir " pies juntos ". Se cuenta en Provenza (Francia) que un gran jugador de bolas había perdido sus piernas en un accidente. Su hermano, gran jugador él también, al ver un día como se consumía en un sillón, le propuso una partida sin impulso, en un terreno más corto.

Otros afirmaron que un tal Jules Lenoir, que sufría reumatismo articular que le

impedía moverse, tuvo la idea de permanecer inmóvil en una línea de salida. Sea quien sea su inventor, lo importante es la idea. La fórmula ha tenido éxito. Se extiende rápidamente. En 1910 , Ernest Pitiot organizan en la Ciotat –Marsella- el primer concurso oficial. A partir de este día, la progresión no ha cesado.

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